La película Megamente trata sobre los roles que asumimos. Megamente es enviado por sus padres en una cápsula a la Tierra después de que su planeta es destruído. Tomando esta leyenda de Superman, se plantea la historia de un desadaptado, alguien que le toca el rol de malo, por mala suerte, por su aspecto, por su forma de hablar (cultura) o porque es demasiado inteligente. A Megamente no le toca la suerte de Metro Man, le toca ser su némesis. Y como pasa sólo en las películas... los malos nunca ganan.
Pero la novedad de esta película es que el malo gana, pero no en su maldad, sino mostrándonos la relativización en la que ha caído producto de los prejuicios de la sociedad. Y haciéndose conciente de que él es en cierto modo una víctima, se libera de este victimismo tomando las cosas lúdicamente.
La alegría de esta película está en el juego, ya que Megamente es un ser creativo, imaginativo, soñador y juguetón. A pesar de ser un marginado y de ser temido por todos no se ha vuelto malvado.
Cuando Metro Man desaparece y Megamente tiene carta blanca para hacer lo que quiere, se aburre horriblemente, porque él necesita a alguien que le ponga los límites, si no, no tiene gracia. A veces eso es lo que pasa con los niños y con muchos adultos, que no quieren portarse mal, pero necesitan que les pongan límites. Esta película expresa eso fantásticamente.
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