Es una película de animación (con stop motion en las partes en las que se refiere al libro de Antoine de Saint-Exupéry) que narra la presión a la que se ve sometida una niña, Aurora, que quiere cumplir con las expectativas de su madre en una sociedad cuadriculada en la que cada vez hay menos lugar para la infancia, la espontaneidad, la ensoñación.
Con una hermosa banda sonora esta entrañable película nos acerca a la soledad de la protagonista, despojada de su tiempo para jugar y ser niña, dedicada a estudiar con el obsesivo horario que su madre le obliga a seguir e identificada totalmente con su neurótica progenitora.
Pero pronto en su carrera al éxito se cruzará un tierno viejito, el Aviador, que llegará a ella a través de la imaginación y la inocencia con la historia del Principito que la atrapará y cambiará su vida.
Con esta historia la niña definirá su personalidad, diferenciandose de su madre y establecerá un vínculo fuerte con un adulto, el viejo aviador, ampliando así su existencia y fortaleciéndose.
La historia del Principito le enseñará que sólo se ve bien con el corazón, que las apariencias no nos dicen mucho. Que cuando le dedicas tiempo a alguien estás cultivando la relación y esa dedicación le agrega valor. Que puedes domesticar a alguien adaptarlo a tu ser lo cual será hermoso pero lo hará vulnerable de alguna manera porque cuando quieres a alguien los vínculos exijen de uno más allá de lo posible.
Una hermosa película realmente recomendable con una estética exquisita y un guión formidable.